¡olvídate de la depresión!
La ciencia ha demostrado que una dieta sana y equilibrada reduce el índice de sufrir depresión. El motivo no es otro que subrayar (una vez más) que somos lo que comemos. Un ejemplo práctico que nos ocurre a casi todos es llevarnos a la boca comida chatarra cuando estamos tristes o atiborrarnos de dulces sin ningún control cuando hemos tenido un día malo teniendo en cuenta que no comemos eso porque queremos perder peso. ¡Error! Una cosa es darnos atracones y otra, muy diferente, apostar de manera moderada por ese tipo opción cuando nos apetezcan.
Las investigaciones han demostrado que el equilibro de la dieta impacta de manera positiva en nuestro estado de ánimo, independientemente de que estemos más gordos o más delgados y dejando a un lado las personas que sufren trastornos alimenticios.
Nunca debemos olvidar que si mejoramos nuestra alimentación, ¡la pérdida de peso será la consecuencia de ese acto!