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¡En olla de cobre!
La tradición dicta el uso de una olla de cobre para cocinar la polenta: con su fondo grueso, evita que la polenta se queme. Sin embargo, es bastante normal que se forme una "costra" en el fondo de la olla; permite que la polenta esté "protegida" durante su larga cocción. A continuación, para no tener que esforzarse en limpiar el caldero, déjalo en remojo durante toda la noche en agua tibia con jabón: verás qué fácil sale al día siguiente. Si no tienes una olla de cobre, elige una cacerola de fondo grueso y ten cuidado de remover la polenta muy a menudo. No hay nada peor que una polenta con sabor a quemado.