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¿Por qué cocinamos las langostas vivas? ¿De verdad gritan?
La práctica de hervir langostas vivas existe desde hace miles de años. Se hace no sólo para mejorar el sabor y el aspecto del crustáceo, sino también, y quizás sea lo más importante, para evitar que enfermemos. Las langostas están llenas de bacterias que pueden provocar graves intoxicaciones alimentarias, y en cuanto las matamos, esas bacterias se multiplican rápidamente, liberando toxinas que son casi imposibles de eliminar por mucho que las cocinemos. Es decir, a menos que se hiervan vivos. Así que el método se utiliza para mantenernos a salvo, pero ¿qué pasa con las pobres langostas?
¿Realmente están gritando? No, no tienen pulmones ni ningún tipo de cuerdas vocales. El ruido agudo que se oye cuando se las hierve no es más que la expansión del aire y el vapor que sale de sus caparazones. Pero una nueva investigación sugiere que eso no significa que no puedan sentir nada. Un informe de la London School of Economics acaba de publicar conclusiones sólidas respaldadas por la ciencia que indican que ciertas criaturas marinas, como las langostas, los cangrejos, los calamares y los pulpos, pueden realmente sentir dolor. Por ahora, pocos países han declarado ilegal hervir langostas vivas, entre ellos Suiza y Nueva Zelanda. Pero quizás ahora eso empiece a cambiar...