Si sientes que esta emoción está afectando tus relaciones en la escuela, el trabajo o tu familia, es un buen momento para hacer algo. Reconocer que para ti representa un problema es un primer paso que requiere de mucho valor. Por fortuna, con las medidas adecuadas y un círculo de apoyo (familiares, amigos, colegas, grupos de ayuda) podrás iniciar tu proceso de crecimiento.
Asiste a terapia. No sé tú, querido lector, pero yo tenía la idea de que ir con un psicólogo era sólo para "locos de atar". Nada más lejos de la verdad. Acudir con un psicólogo te ayudará a conocerte y comprenderte mejor, a procesar de manera constructiva diversas etapas de tu vida, a dejar de lado lo que te lastima y alimentar lo que te construye. Existen diferentes tipos de terapia según tus necesidades: psicoanálisis, terapia Gestalt, humanista, sistémica, cognitivo conductual, etc.
Practica la meditación en casa. La ciencia, a pesar de ser escéptica con respecto a muchas prácticas llamadas "alternativas", ha comprobado que la meditación tiene el poder de modificar el funcionamiento de nuestro cerebro y las señales que envía al cuerpo. Por eso se recomienda para personas que sufren de estrés, ansiedad o ira, ya que combina una respiración profunda con ejercicios de relajación. Meditar es una pequeña pausa que hacemos para reconectar con nuestras sensaciones físicas. ¡Lo mejor de todo es que puedes hacerlo en cualquier lugar!