Si notas que tus latas están hinchadas o se ha formado un "sombrerito" en la tapa, entonces es momento de tirarlas sin pensarlo dos veces. Lo más probable es que se hayan formado gases tóxicos debido al contacto del metal con los alimentos. Esto también puede ocurrir con latas que han recibido golpes o tienen pequeños agujeros, lo cual quiere decir que el producto ya ha sido contaminado.