Estar embarazada no significa dejar de tomar sal (a no ser que tu médico te diga lo contrario). Sin embargo, los especialistas recomiendan que la cantidad utilizada se reduzca. Las razones para tomar esta determinación son muy sencillas. Este ingrediente -si se toma en exceso- produce hipertensión y retención de líquidos. Si tenemos en cuenta que las embarazadas son muy propensas a lo segundo, sobretodo en la etapa final del embarazo, no está de más destacar que el consumo de esta debe quedar bajo mínimos. Los doctores subrayan que en la etapa de gestación se puede consumir como máximo una cucharilla de sal al día.