Nos convertimos en la generación que dice no a las relaciones

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Queremo relaciones fáciles, que luzcan bien en las redes sociales y que hablen bien de nosotros, cuando lo cierto es que no queremos hacer el más mínimo esfuerzo. Nos convertimos en simples imitadores de una vida plástica, por miedo a mirar hacia adentro. 

Queremos la idea de romance, pero no el amor. Queremos vivir en un coqueteo permanente, pero no mostrarnos como somos en verdad. Queremos promesas sin compromiso. Queremos risas, pero huímos de las conversaciones serias. Queremos los días buenos, pero no los difíciles. Y al final nos damos cuenta de que conocemos muy poco de amor, porque no hemos tenido el valor ni siquiera de intentarlo.