Un ritmo de alimentación constante también es importante. Lo mejor es comer cada 3-4 horas, con 3 comidas principales y 2 meriendas repartidas a lo largo del día. Poco a poco se pueden reducir las porciones. Sin embargo, no se deben hacer cambios drásticos, de lo contrario tu cuerpo reaccionará incorrectamente y acumulará grasa como medida de emergencia en lugar de quemarla. Deben evitarse los bocadillos que son demasiado grandes; el metabolismo se estimula con muchas frutas y verduras.