Otro truco bastante común es recuperar el aceite utilizado en restaurantes, filtrarlo y eliminar cualquier impureza para volverlo a embotellar y venderlo como aceite de cocina. El problema con este tipo de trampas es que el consumidor lleva todas las de perder, con un alimento de olor rancio, que ha perdido todas sus propiedades y probablemente contenga bacterias y partículas de comida quemada. Un riesgo para la salud que no tienes por qué correr.