Después de ver cómo se hacen las zanahorias baby, ¡no volverás a comprarlas!
Como consumidores, siempre vamos a escoger aquellas frutas y verduras que nos parezca que tienen el tamaño, la forma y el color más ideales. Los comerciantes, las industrias y los agricultores lo saben y eso les obliga a desechar inmediatamente toda aquella parte de la producción que presente imperfecciones. Esto se traduce en toneladas de "desperdicios" diarios y en un negocio que pierde dinero innecesariamente. Lógicamente, a alguien se le ocurrió una solución, al menos para las zanahorias. La genial idea no consistía más que en cortar las zanahorias en dos (o tres, si eran muy largas), pelarlas y darles de nuevo una forma redondeada y agradable. Así nació la zanahoria baby, un alimento tremendamente popular desde aquel entonces.
Podemos pensar que, en principio, consumirlas así no tiene nada de malo para ninguna de las partes implicadas. Pero lo cierto es que al retirarles la piel antes de tiempo, la cual actúa como una capa protectora del vegetal, la zanahoria queda más expuesta a la colonización bacteriana y se degrada mucho más rápidamente, pudiendo ser responsable de una intoxicación alimentaria. Para evitar esto, se lavan en una solución de cloro y se mantienen en condiciones de congelación hasta su llegada a los supermercados, para evitar su degradación. Si los pasos de este proceso no se llevan a cabo con total rigurosidad, la zanahoria baby puede ser un alimento peligroso de comer una vez en manos del consumidor.
Lo más absurdo de todo es que estamos dispuestos a asumir todos estos riesgos por el simple hecho de no querer consumir una zanahoria un poco menos agradable estéticamente, ¿no crees?
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