Él se esforzaba al máximo, pero su esposa se rindió muy pronto. Su mujer, en cuestión de semanas, dejó de ir al gimnasio, rompió la relación con su entrenador personal y regresó a su vida anterior. Una decisión que cayó como un jarro de agua fría sobre la cabeza de su marido que se sentía mejor que nunca porque estaba perdiendo 4 kilos y medio por mes.