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Lo que aprendí de Pippi Calzaslargas, la primera heroína feminista de nuestra infancia

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Rebañando

pippi era la niña que todas queríamos ser

¿Cuántas veces no hubiéramos querido actuar como Pippi, mandar todas las reglas al diablo y simplemente tomar las riendas de nuestras vidas? ¿Cuántas veces la vimos hacer todas esas cosas que, según nos decían, eran solo para niños? Esta chica no esperaba la aprobación de nadie para trepar un árbol, jugar al fútbol o ganarle a los chicos en concursos de fuerza. Ni siquiera la señora Praselius podía hacer que se comportara según las reglas. 

En un mundo que seguía dominado por la cultura machista, Pippi era una bocanada de aire fresco. Mientras que en muchos países las mujeres necesitaban la autorización de sus esposos para trabajar o tener una cuenta en el banco, Pippi vivía sola y bajo sus propias reglas. Mientras que a las niñas de su época las preparaban para convertirse en buenas amas de casa, Pippi les decía que podían hacer lo que quisieran, porque las mujeres tenemos muchísima más fuerza de la que pensamos. 

Y, lo más importante, Pippi nos enseñó a escuchar nuestro corazón antes que seguir las reglas.


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