Vamos a comenzar por la masa madre. Disuelve la levadura en el agua tibia. Incorpora la harina y la sal, batiendo para eliminar los grumos.
A continuación agrega el azúcar y vuelve a batir, con la batidora eléctrica o a mano, hasta obtener una masa uniforme, de consistencia pegajosa y elástica.
Forma una bolita y vuélvela a poner en un tazón. Cubre con un trapo y deja reposar durante 1 hora en un lugar caliente (puede ser junto al horno mientras se precalienta a 200°C).
Ahora que la masa ha esponjado, es hora de preparar el pan. Forma una bola y amasa sobre una superficie enharinada. Divídela en 2 o 4 partes dependiendo de la cantidad de panes que quieras hacer. Amasa cada parte por separado y dale forma de bolita. Pellizca un trozo de cada una y reserva para formar la decoración de huesitos (una bola del tamaño de una pelotita). Ahora vas a trabajar cada pan por separado.
Amasa cada porción para formar un bollito liso y esponjoso, añadiendo harina a tu área de trabajo cada vez que sea necesario. Ahora toma la masa que separaste para el adorno, amásala para formar un rollito y corta en tres partes. Utiliza la yema y el pulgar para formar dos "huesitos" dejando dos partes anchas intercaladas con dos partes más delgadas. Coloca ambos huesitos en forma de cruz sobre el pan. Haz un huequito en el centro y coloca ahí la tercera parte del rollo que cortaste, amasada en forma de bolita.
Repite el procedimiento y coloca los panes de muerto en una bandeja engrasada. Tápala con un paño y deja reposar una hora más hasta que doble su tamaño.
Antes de hornear, pasa la superficie con yema de huevo. Hornea a 190°C durante 15 minutos; después baja la temperatura a 180° y cocina 15 minutos más.
Cuando estén listos, apaga el horno y deja reposar un par de minutos. Ahora sólo queda pasarles mantequilla derretida con un pincel y espolvorearlos con azúcar mientras están calientes. ¡Ahora sí, a disfrutar con un rico chocolate caliente!