Lo mismo pasaba con las natillas. Yo tengo anotada la receta que mi madre me dictó un día que me puse muy pesada, pero jamás he logrado que me queden como las de ella.
Ingredientes para 4 personas:
4 yemas de huevo
500 ml de leche entera
100 g de azúcar
1 rama de canela
Cáscara de limón o naranja (opcional)
1 cdta de esencia de vainilla (opcional)
Canela en polvo para espolvorear (opcional)
Preparación:
En un bol, bate las yemas de huevo junto con el azúcar hasta que la mezcla esté suave y cremosa. Reserva.
En una cacerola, vierte la leche y añade la rama de canela y la cáscara de limón o naranja si decides usarlas. Calienta la leche a fuego medio hasta que esté caliente pero no hierva.
Retira del fuego y deja que la canela y la cáscara de cítricos infusionen en la leche durante unos 10-15 minutos.
Retira la rama de canela y la cáscara de cítricos de la leche infusionada. Vierte lentamente la leche caliente sobre la mezcla de yemas de huevo y azúcar, batiendo constantemente para evitar que las yemas se cocinen.
Una vez que hayas incorporado toda la leche, vierte la mezcla de nuevo en la cacerola. Calienta la mezcla de natillas a fuego medio-bajo, revolviendo constantemente con una cuchara de madera o una espátula de silicona. Es importante remover constantemente para evitar que las yemas se cuajen y obtener una textura suave y cremosa.
Continúa cocinando las natillas hasta que la mezcla espese lo suficiente como para cubrir la parte posterior de la cuchara. No permitas que hierva.
Una vez que las natillas hayan alcanzado la consistencia deseada, retira la cacerola del fuego y añade la esencia de vainilla si decides usarla, mezclando bien.
Vierte las natillas en recipientes individuales o en un bol grande y déjalas enfriar a temperatura ambiente antes de refrigerarlas durante al menos 2 horas, o hasta que estén completamente frías y firmes.