Este plato es uno de los más queridos y famosos de Estados Unidos, sobre todo en la comunidad italoamericana que lo originó. Puede parecerte extraño combinar la pasta con un segundo plato, pero la experiencia no te decepcionará, al contrario.
INGREDIENTES (4 personas):
400 g de pechuga de pollo deshuesada, sin piel y cortada en lonchas finas
1 huevo grande
2 cdas de queso parmesano rallado
2 cdas de pan rallado
250 ml de salsa de tomate
220 g de mozzarella
3 cdas de aceite de canola
1 pizca de sal
PREPARACIÓN:
Extender la salsa de tomate en el fondo de una bandeja de horno.
Corta cada pechuga de pollo horizontalmente en lonchas finas. Aplanar y alisar las rebanadas entre 2 películas de plástico con la ayuda de un mazo para carne o un rodillo.
Preparar 2 platos hondos para la mezcla de huevo y la cobertura: en uno batir el huevo, en el otro añadir el pan rallado y el parmesano rallado.
Sumerge una rodaja de pollo cada vez en el huevo, escurre el exceso de huevo antes de cubrir la rodaja con la mezcla de pan rallado. Dar la vuelta a las rodajas para cubrir ambos lados.
Calentar el aceite de oliva en una sartén a fuego medio. Dorar las rodajas de pollo 3-4 minutos por cada lado, hasta que estén doradas. Salar y pimienta al gusto.
Pasarlas a la sartén, colocándolas una al lado de la otra sobre la salsa de tomate. Cubre cada pieza con una loncha fina de mozzarella. Precalentar el horno a 220°C. Cocer los filetes durante unos 20 minutos, hasta que el queso esté fundido y ligeramente dorado.
En Estados Unidos, el plato suele servirse con pasta, tú decides si quieres probarlo o no.