pero eso no es todo
Si a los experimentos neoyorquinos le sumamos otro llevado a cabo por los investigadores Dory Mathews y Susan Jenks la cosa se pone más interesante que nunca. Ellos han descubierto que la bacteria de la felicidad mejora también el aprendizaje.
¿Cómo se ha llegado a esta conclusión? Gracias a los ratones. Aquellos que ingirieron las bacterias encontraron el camino dentro de un laberinto dos veces más rápido que el grupo de control y también mostraron menos ansiedad.