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Especias
La historia de la gastronomía española y sus ingredientes está íntimamente relacionada con el desarrollo del continente europeo. Con las expediciones de Marco Polo a China en el siglo XIII, el comercio de nuevas materias y productos se volvió una de las principales herramientas de enriquecimiento, y la superioridad naval podía garantizar la seguridad y frecuencia del comercio. El descubrimiento del continente asiático y el establecimiento de rutas comerciales hicieron llegar al territorio español una variedad de especias que no se conocían hasta ese momento, entre ellas la canela, el azafrán, el anís, la cúrcuma y el comino.
Las especias permitían preparar platos más refinados y además, debido a su alto coste, eran ingredientes reservados para las clases acomodadas. Sin embargo, con el establecimiento de las colonias en América, también se fueron incorporando en nuevas preparaciones que mezclaban por primera vez los ingredientes de ambos mundos. El ejemplo más emblemático de esto es el mole, un plato mexicano que consiste en una salsa espesa servida sobre pavo (de origen norteamericano) o pollo, con tortillas de maíz y arroz (proveniente de Asia).
Según se cuenta, en el siglo XVI una monja del convento de Santa Rosa, en la ciudad de Puebla, fue la encargada de preparar un plato especial para la visita del virrey de la Nueva España, Don Antonio de Mendoza. La receta mezcló ingredientes autóctonos como varios tipos de chile, tomate y cacao con especias del Viejo Mundo como la canela y el comino. El resultado gustó tanto a los comensales que pronto la receta se popularizó y se fue modificando según las regiones donde se preparaba.
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