una regla no escrita
Aunque no lo parezca, detrás de esta minuciosa norma se esconde un argumento irrefutable. ¿Qué pasaría si la comida estuviera en mal estado y les provocara una intoxicación alimentaria? Efectivamente, que no quedaría nadie que pudiera ponerse al mando de la aeronave. Por ello, y aunque no es una ley sino más bien una regla no escrita, el piloto y el copiloto evitarán comer los mismos platos o, en caso de que no haya más remedio, lo harán dejando un margen de tiempo suficiente entre uno y otro para saber que no corren ningún riesgo.