No debemos olvidar que en las salsas se esconde una gran parte de las calorías del menú. Para no abusar, os recomendamos aligerarlas. Evitad el uso de mantequilla. Si vuestra salsa es a base de nata líquida, reducid la cantidad y sustituid el resto por leche. Las especias se harán cargo de que el sabor no cambie y vuestra salsa estará igual de buena.