Las alcachofas de Jerusalén se han convertido en un acompañamiento habitual. Pero en esta ensalada, el tubérculo alcanza un nivel totalmente nuevo en combinación con el queso de cabra. En esta inusual combinación, diferentes tipos de verduras se unen para crear una maravillosa armonía de sabores.
Ingredientes para 4 personas:
500 g de alcachofas de Jerusalén
100 g de rúcula
1/2 achicoria
1 manojo de cebollino
10 rábanos
3 chalotas
2 cm de jengibre
50 ml de sopa de verduras
50 ml de zumo de manzana
2 cdtas de mostaza
3 cdas de vinagre de manzana
3 cdas de yogur natural
3 cdas de aceite de semillas de calabaza
1 rollo de queso de cabra
Sal y pimienta para sazonar
Preparación:
Cocer las alcachofas en agua con sal hasta que estén blandas, colarlas y dejarlas enfriar.
Lavar la rúcula y la achicoria y disponerlas en cuatro platos.
Cortar el cebollino. Limpiar los rábanos y cortarlos en rodajas finas.
Pelar y cortar finamente las chalotas y el jengibre. Llevar a ebullición la sopa y el zumo de manzana, añadir las chalotas y el jengibre y cocer a fuego lento durante unos minutos. Retirar del fuego, añadir la mostaza y el vinagre y sazonar bien.
Pelar las alcachofas, cortarlas en rodajas finas, mezclarlas con la marinada y dejar reposar unos 10 minutos. Mezclar los rábanos, el cebollino, el yogur y el aceite de semillas y repartir sobre la lechuga.
Freír el queso en una sartén antiadherente durante 1 minuto por cada lado. Servir sobre la ensalada y disfrutar.