La forma de manipular la masa puede influir mucho en la textura final de las galletas. No mezclar la masa lo suficientemente bien puede hacer que aparezcan grumos de ingredientes secos en las galletas horneadas, además de una textura no uniforme. Por otro lado, trabajar demasiado la masa puede dar lugar a galletas duras y planas. Para lograr el equilibrio perfecto, deja de mezclar cuando esté claro que todos los ingredientes están bien combinados: la masa debe tener un aspecto pegajoso y desordenado en lugar de estar perfectamente lisa, y no debe haber partes secas visibles de harina.