Comer con extraños: socialdining, la nueva moda gastronómica
Todos alguna vez sentimos curiosidad de probar lo que está cocinando el vecino de al lado de casa al percibir el aroma a través de las ventanas. La buena noticia es que hoy existe algo similar: es lo que están ofreciendo algunas páginas de internet que ponen en contacto personas que ofrecen cenas privadas en sus casas.
Este fenómeno conocido como "social dining" rápidamente se expandió por varios países, e intenta ir más allá de la simple idea de cocinar un menú para extraños: se trata de promover un intercambio cultural, de socializar, y para los turistas, de conocer locales y de vivir experiencias más reales.
Esta nueva pasión foodie se trata de eventos donde personas que no se conocen, se reúnen a comer en distintas condiciones sin otra intención que compatir una buena comida y un momento agradable. Estos encuentros en general son simples almuerzos o cenas en los cuales la comida es un puente que une a gente apasionada por la buena cocina.
Esto es en gran parte posible gracias a las redes sociales. Una reducción de costos sumada a la necesidad de establecer nuevos lazos sociales es la base de estas reuniones que cada vez son más populares. Twitter y Facebook colaboran especialmente creando comunidades online donde se comparten este tipo de eventos.
Por ejemplo "Super Marmite" es una red social con base en Francia, donde sus miembros postean en la página el plato que piensan cocinar para la cena y cuantas porciones hay disponibles, e invitan a los otros miembros a venir a compartir esa comida a sus casas.
También "Eat with me" ("Come conmigo") propone una idea original para no comer solos: crear eventos gastronómicos a los que pueden asistir personas que no se conocen y que comparten un mismo interés, ya sea una lengua o un hobbie.
Otros sitios que ofrecen estas experiencias son VizEat y Voulezvousdiner, quienes operan en más de 30 países y siguen expandiendo sus ofertas. En estos casos además de compartir la comida, el anfitrión también puede ganar algo de dinero. Estas propuestas son interesantes porque los precios son mucho menos elevados que comer en un restaurante, aunque ha generado algunas controversias en cuanto a que no existen regulaciones fiscales y de higiene para estos emprendimientos.
También otro fenómeno que se ve en varios restaurantes alrededor del mundo son las mesas comunitarias: largas mesas donde uno se ve obligado a sentarse con completos extraños, tal vez como una manera de ganar espacio para el restaurante, pero donde además se busca reforzar la idea de comunidad, promoviendo la confianza y estimulando vínculos de igualdad entre los clientes.
¿Serán estas nuevas modas la clave para mejorar las relaciones humanas y aprender a aceptar al prójimo, volvernos más comprometidos y conectados con los unos con los otros?
Vale la pena ponerlo en práctica.
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