Los 10 alimentos que detestabas de pequeño
¿Recuerdas aquellos días cuando llegabas de la escuela hambriento y tu mamá te esperaba con un inmenso guiso de coliflor o con un aderezo de hígado de vaca? Seguro sufrías al morder y saborear cada bocado del platillo.
Estamos de acuerdo que tu mamá preparaba el platillo por su valor nutricional. Además, lo hacía con mucho amor y cariño. Sin embargo, cuando tu mirabas el plato y dabas el primer mordisco, sencillamente no podías pasarlo. Y no es que eras malcriado, engreído o majadero. Simplemente, no te gustaba y no podías comerlo.
Aquí una selección de los alimentos que probablemente no te gustaban.
El hígado de vaca y las lentejas
¿Recuerdas al primero? Es hígado. Y, seguramente, te lo servían frito o guisado en cebollas y tomates, y con arroz. Tenías tres opciones: te inventabas mil excusas para no comerlo, llorabas o armabas un berrinche. "¡Ya, basta. A comer!", decían tus padres. Y abrías la boca para morder el primer trozo de hígado.
En muchas partes de América Latina se tiene la creencia que comer lentejas los días lunes genera alguna "buena suerte" en los negocios. Lamentablemente, esa tradición te convirtió en un desafortunado, pues sabías que los lunes te darían una buena porción de lentejas. No podías irte a comer a la casa de tus amigos porque también había lentejas.
Aceitunas y pescados
Las aceitunas no te gustaban probablemente por su sabor fuerte. Te las servían en las ensaladas. Mordías algunas y tu rostro se contraía en un gesto inesperado. El sabor fuerte de la oliva inundaba tu paladar y generaba el desagrado. Pero no tenías más alternativa que pasarlo. Todos estaban esperando que las comas.
El pescado es un alimento muy importante por su valor nutricional e indispensable para el desarrollo de tu cuerpo. Sin embargo, detestabas comerlo porque había muchas espinas. Si comías rápido, te pasabas algunas. Si comías lento, el pescado de enfriaba.
Sopas y panza de vaca
Las sopas y los niños nunca se han llevado bien. Malfalda, la niña ilustrada por Quino, la detestaba tanto que intentó formar un sindicato de niños a nivel mundial para no tomarla. Sin embargo, nadie podía luchar contra ella. Cuando servían la sopa escuchabas una voz que decía: "¡Toma la sopa!".
El mondongo o panza de vaca era un alimento muchos niños no querían comer. Tal vez, se debía a su fuerte olor al momento de cocinar o la textura de la piel. Algunos decían: "Siento que me estoy comiendo una toalla". Muchos rechazaban y nadie quería saber cómo la habían sacado de la vaca.
El repollo (col) y la coliflor
Los niños a veces son traviesos con los alimentos que nos les gusta. Se llenan la boca de las verduras, forman una bola y nunca la pasan. Probablemente eso sucedía con el repollo crudo. Para muchos era un suplicio comerlo cruda en las ensaladas.
La coliflor te espantaba desde que entraba en la olla. Al momento de hervir, la verdura despedía un olor desagradable. La explicación está en la concentración de azufre que preserva la verdura. Sin embargo, tu no lo sabías. Solo sabías que no querías comerla. Sin embargo, tu mamá te decía: "¡Abre la boca!"
Las habas y la berenjena
Sus sabores fuertes eran los principales enemigos de los niños. Las habas era un suplicio en las ensaladas debido a su sabor ligeramente amargo. Por otro lado, detestabas la berenjena por su sabor fuerte. Pero igual comías y callabas.
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