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¿Cómo que no son fruta?
Los higos son una de las mejores frutas del mundo... o eso creímos hasta hace muy poco.
Y no porque hayan dejado de ser buenos, sino porque en realidad nunca se ha tratado de una fruta, sino de una flor.
¿Cómo es esto posible? Pues en realidad, los higos son una especia de "flor invertida", en cuyo interior existen cientos de flores. Cada una de ellas produce un fruto de cáscara dura y crujiente... sí, esas semillitas que hay dentro de los higos son cada una un fruto.
Así que cuando te comes un higo, no te estas comiendo una fruta, ¡sino muchísimas!
Sin embargo, esa no es la mejor parte del proceso de los higos. Lo más sorprendente es sin duda la manera en que estas plantas se reproducen.
Como la flor no está abierta al exterior, no pueden depender del viento o de las abejas para fecundar a otras higueras y dar frutos. En realidad, los higos están desde hace milenios en una relación súper seria (digamos simbiótica) con una clase de avispas muy especial, llamadas, cómo no, avispas de los higos.
Hay una especie de avispa diferente para cada especie de higuera y son parte fundamental del proceso. Sin avispas no hay higos, sin higos, no hay avispas.
Lo primero que sucede en este increíble proceso, es que la avispa hembra se introduce en el higo macho para poner sus huevos.
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