El pirata, muy astuto, ya intuyó que esto pasaría, así que lo que ahora se preguntaba era: ¿cómo podría convencer a los demás de que había escogido la bola azul? Y entonces tuvo una idea. Tomó una de las canicas al azar y se la tragó. Todo el mundo vio que la canica que quedaba era la negra, por lo que el pirata había debido escoger la canica que le permitiría seguir con vida. Y así fue: el rey no tuvo más remedio que rendirse a su ingenio y dejarlo marchar.
Y tú, ¿te imaginaste la respuesta?
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