¡NO QUIERO VERME MÁS!
Espejito, espejito... ¡nunca te atrevas a decirme la edad que tengo porque no quiero oirla! Ese es el miedo que tienen muchas mujeres cada vez que asumen que el tiempo no se para y sus primaveras no cesan. En cuestiones de años, existen dos tipos de féminas: las que pasan olímpicamente del tema y las que jamás asumirán que han rebasado las línea de los 30 hace mucho.
Las primeras viven felices, se cuidan de manera normal y ríen -de forma nerviosa- cuando ven sus patas de gallos en el espejo. Las segundas echan a correr dirección cirujano cada vez que sienten que una arruga ha invadido su cara de nuevo. En ese punto encontramos rostros muy conocidos que sienten una especial atracción por las agujas para que nadie descubra cuál es su edad. Mira los casos más destacados del mundo del bisturí. ¡Ay, con lo bello que es envejecer con dignidad!
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