- 2
- Media
- Económico
Ingredientes
- 120 gramos de tagliatelle
- 1 zanahoria pequeña
- 1/4 de cebolla
- 10 centímetros del tallo de un apio
- 200 ml de tomate triturado
- 2 guindillas
- Unas hojas de albahaca fresca
- 1/2 vaso de agua con caldo de la cocción de la pasta
- 3 salchichas de pollo frescas
- 1 huevo
- 75 ml de yogur griego
- Queso ricotta
- Aceite de oliva
- Queso parmesano rallado
- Agua
- Sal
- Pimienta
Preparación
Paso 1
Empezaremos elaborando unas albondiguillas. Quitamos la piel de las salchichas frescas y hacemos bolitas un poco más grandes que una aceituna. Las freímos en un par de cucharadas de aceite y las retiramos a un plato a medida que se vayan dorando. Reservamos.
Seguimos con la salsa. Pelamos y picamos en brunoise muy fina la zanahoria y la cebolla. Y hacemos lo propio también con el apio. En una sartén ponemos a calentar una cucharada de aceite de oliva y pochamos las verduras, sazonándolas, a fuego muy suave hasta que estén tiernas. Removemos con frecuencia para que se vayan cocinando uniformemente.
Añadimos la salsa de tomate, unas hojas de albahaca picada y las guindillas despepitadas para evitar que pique en exceso. Sazonamos al gusto y dejamos cocer a fuego medio durante cinco minutos.
Mientras se va cocinando la salsa, ponemos agua a hervir para cocer la pasta. Cuando rompa a hervir añadimos sal y a continuación la pasta, que coceremos siguiendo las instrucciones del fabricante. Antes de escurrirla, tomamos medio vaso del agua de la cocción y la reservamos.
Incorporamos la pasta a la salsa justo nada más terminar la cocción. Removemos y añadimos el agua de la cocción. Dejamos cocer cinco minutos más.
Precalentamos el horno en modo gratinado a 200°C. Barnizamos una fuente redonda de 20 centímetros de diámetro con aceite, distribuimos la pasta y sobre esta y alrededor, las albondiguillas.
Batimos el huevo con el yogur, lo salpimentamos y lo repartimos con una cuchara sobre la pasta. Espolvoreamos con el queso rallado al gusto y gratinamos hasta que el queso comienza a dorarse y notemos que la cobertura de huevo está cocinada.
Servimos con unas hojas de albahaca frescas y repartimos pequeños montoncitos de ricotta que luego mezclaremos con la pasta y las albondiguillas.
En una ocasión leí que añadir sal al agua justo en el momento de ponerla a calentar, hacía que esta comenzara a hervir más tarde, de ahí que la añada justo en el momento en que rompe a hervir.
El hecho de añadir agua de la cocción de la pasta le da al plato un punto interesante, pues el almidón de la pasta hace que las salsas queden con un punto de espesor interesante.
Importante: retirar las guindillas antes de verter la pasta en la fuente y evitar algún que otro encontronazo picantón, je je je.
Interesante el punto de cremosidad que le otorga el queso ricotta, así que no lo ignoréis.
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