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Muchos padres parecen empeñados en evitar que sus hijos se vean envueltos en problemas. Siempre saliendo en defensa de ellos, siempre tomando el mando y resolviendo en su nombre la situación.
¿Ha olvidado la tarea? No se la hagas. ¿Mintió a un compañero? No lo tapes, hazle pedir perdón y enfrentar el lío que organizó. Resolver los problemas de nuestros hijos es, sin duda, el peor favor que le podemos hacer. La vida es una sucesión de problemas a los que debemos dar solución de forma creativa e independiente y de ello depende construir una buena autoestima, el pensamiento positivo y la inteligencia emocional.